Llevo años huyéndole a la tristeza, al espectro azul de mi interior. Hablar de lo que me producía rabia siempre era más fácil que decir que al fondo había un dolor no llorado, no atendido. Mi tristeza se presenta cuando una parte de mí, que ha sido herida, golpea la puerta de mi corazón y me pide ser vista, reconocida... A veces, estas partes llegan justo cuando todo afuera parece tranquilo y en calma y sienten que pueden ser bien recibidas... A veces no sé cómo dejarlas llegar, porque parecen no estar en sintonía con lo que señala mi vida actual. Pero es justo en ese momento en el que puedo decirles: queridos fantasmas y dolores no atendidos, agradezco todo lo que me hace sentir segura hoy, vengan, siéntense conmigo en esta tarde, estoy lista para cuidar de ustedes.
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